marzo 05, 2012

El ser humano moderno en comparación con los neandertales, tienen un mejor sentido del olfato

El aumento del tamaño del cerebro está íntimamente ligada a la evolución de la humanidad, pero en nuestro planeta dos especies diferentes de humanos, los neandertales1 (especie Homo extinta) y los humanos modernos, han evolucionado de forma independiente los cerebros de aproximadamente el mismo tamaño, pero con formas diferentes. Esto podría indicar una diferencia en la organización cerebral subyacente.

Las conclusiones de este estudio publicado en esta semana en la revista Nature Communications, dirigidos por los profesores Markus Bastir y Antonio Rosas, del  Museo de Ciencias Naturales de España, se emplearon alta tecnología médica y técnicas de imagen para acceder a las estructuras internas de los cráneos humanos fósiles.

Los investigadores utilizaron sofisticados métodos 3D para cuantificar la forma del cerebro basal como se refleja en la morfología de la base del cráneo del esqueleto. Sus hallazgos revelan que los lóbulos temporales humanos, que participan en las funciones del lenguaje, la memoria y sociales, así como los bulbos olfatorios son relativamente más grandes en el Homo sapiens que en los neandertales. Las estructuras que reciben información olfativa son aproximadamente un 12% más grande en los humanos modernos que en los neandertales.

Estos hallazgos pueden tener implicaciones importantes para la capacidad olfativa y la conducta humana. En los seres humanos modernos el tamaño de los bulbos olfatorios se relaciona con la capacidad de detección y la discriminación de olores diferentes. El olfato es el sentido más antiguo entre los vertebrados. Además, es el único que establece una conexión directa entre el cerebro y su entorno, señala el Dr. Markus Bastir, el autor principal del estudio. Mientras que otros sentidos deben pasar a través de diferentes filtros corticales, el olfato va desde el entorno de la derecha en los centros superiores del cerebro. Lo que es más, el sentido del olfato nunca duerme, pues siempre estamos respirando y percibiendo los olores. Los circuitos neuronales del olfato coincide con el de la memoria y las emociones (sistema límbico), lo que explica la retención enorme de la memoria y la intensidad vital de los acontecimientos de la vida mediadas por el olfato.

Los investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, que también contribuyerón a la investigación actual, recientemente se pudo demostrar diferencias en los patrones de desarrollo cerebral entre los seres humanos modernos y los neandertales durante una fase crítica para el desarrollo cognitivo. En el primer año de vida, el cerebro de los neandertales y los seres humanos modernos se desarrollan de manera diferente", precisa el prof. Philipp Gunz, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig. Los seres humanos modernos tienen caras más pequeñas y más pequeñas narices que sus primos neandertales. Sin embargo, la parte del cerebro que procesa los olores, es más grande en los humanos modernos que en los neandertales. De este hecho se está acumulando evidencia de que los neandertales y los humanos modernos evolucionaron en forma independiente sus grandes cerebros. Este estudio muestra una visión de la importancia funcional de estas diferencias en el desarrollo.

La información olfativa fluye a regiones del cerebro responsables directos de procesamiento de la emoción, la motivación, el miedo, la memoria, el placer y la atracción. Los neurocientíficos han acuñado el término "las funciones superiores del olfato" para describir las funciones cerebrales que se combinan la cognición (memoria, la intuición, la percepción, el juicio) y el olfato. Los lóbulos superiores bulbos olfatorios y de mayor tamaño relativamente temporales en los Homo Sapiens en comparación con las otras especies humanas pueden apuntar hacia una mejor sentido del olfato y diferente, posiblemente relacionado con la evolución de los aspectos de comportamiento y las funciones sociales.

( (1)  El hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) es una especie extinta del género Homo que habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230000 hasta 28000 años atrás, durante el Pleistoceno medio y superior y culturalmente integrada en el Paleolítico medio. En un periodo de aproximadamente 5000 años se cree convivió paralelamente en los mismos territorios europeos con el Hombre de Cro-Magnon, primeros hombres modernos en Europa. Esta convivencia se ha demostrado por fósiles hallados en las cuevas de Châtelperron.

Sus características definidoras, a partir de los huesos fósiles descubiertos hasta ahora (unos 400 individuos), son: esqueleto robusto, pelvis ancha, extremidades cortas, tórax en barril, arcos supraorbitarios resaltados, frente baja e inclinada, faz prominente, mandíbulas sin mentón y gran capacidad craneal (1550 cm³). Vivían en grupos organizados, formados por alrededor de unos treinta miembros.

Los neandertales fueron una especie bien adaptada al frío extremo. Tenían un cráneo alargado y amplio, baja estatura y complexión robusta, y nariz amplia de aletas prominentes; rasgos que denotan adaptación a climas fríos, como se puede observar actualmente en las poblaciones del Ártico. Su cerebro era igual o incluso más grande que el de los hombres modernos. Un neandertal promedio podría llegar a tener una altura de 1,65 m, de contextura pesada, y musculatura robusta. Si bien su estructura ósea no los hacía corredores de largo aliento, sí eran caminantes de largas distancias. Estudios anatómicos realizados han determinado que el neandertal podía articular una fonética limitada respecto a la que actualmente posee el hombre moderno, debido a la ubicación de la laringe, situada más arriba que la del hombre moderno.

Se cree que su desaparición esta ligada a que fueron poco a poco diezmados por el Homo Sapiens, aunque otra posibilidad esta ligada al código genético, es decir que en el ADN esta registrado el tiempo de vida de la especie y que al parecer para el neandertal marco su final partir de que comenzaran a nacer seres infértiles y con ello la desaparición de la especie, de forma muy similar a los dinosaurios.  

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