marzo 30, 2012

Albert Einstein: Un Hombre de su Tiempo (Parte IV)
Adaptado del Libro Albert Einstein: Vida, Obra y Filosofía de Jacques Merleau Ponty

Hacia el apogeo
En el otoño de 1909, Einstein toma posesión de su cargo de extraordinario en Zurich, donde se instala con su familia, con gran satisfacción por parte de Mileva a quien la ciudad le gusta mucho. Su reputación internacional ha sido plenamente confirmada a lo largo del verano. En Julio recibió en Ginebra la distinción de doctor honoris causa en compañía de varias personalidades científicas de renombre (entre ellas Marie Curie y Ostwald), con ocasión del trescientos cincuenta aniversario de la fundación de la universidad por Calvino. Mucho tiempo después relataría con humor la circunstancia de esta invitación: la había tirado a la papelera sin leerla; informado de palabra por Lucien Chavan que, como ginebrino, estaba al corriente del acto, acudió precipitadamente teniendo que formar parte del solemne cortejo con un sombrero de paja. En la cena, sorprendido por la abundancia de platos, le pregunto a su vecino, un ginebrino, que hubiera pensado Calvino de ellos; como su vecino no supo que responderle, Einstein sugirió que Calvino les hubiera quemado a todos en la hoguera por pecado de gula, su sugerencia no obtuvo respuesta.

Honrado en Ginebra en Julio de 1909, en Setiembre, en Salzburgo, un importante auditorio escuchaba a Einstein: los miembros de la asociación de naturalistas y médicos alemanes, que celebran allí su congreso anual; el presento el resultado de sus investigaciones sobre la teoría de los cuantos, en esta ocasión se encontró por primera vez con Planck.

Su instalación en Zurich marca un importante cambio en la vida social de Einstein; desde ese momento es reconocido por una sociedad de la que depende, pero de la cual, desde ese mismo momento, aunque ahora con una nueva tranquilidad, puede seguir sintiéndose un poco ajeno. Abraham Pais describe con una palabra inglesa, apartness, este rasgo dominante del carácter de Einstein, esa aptitud y esa voluntad para mantenerse siempre apartado- de las instituciones, de las ideas recibidas, de las modas… de los demás. El haber conseguido de forma brillante los favores del público físico y haber entrado en la carrera universitaria no fueron para el circunstancias que le hicieran renunciar a sus apartness, sino que le sirvieron para vivirla sin inquietudes. Según le miremos desde uno u otro lado, le veremos, como Frank, rebelde y desconcertante para con sus colegas o, como Tanner-uno de sus alumnos de 1909 a 1911, antes de ser profesor en el Technikum de Winterthur-, amigable y cálido.

La situación material de su hogar no es mucho mejor en Zúrich que en Berna; el sueldo es el mismo y las cargas más pesadas, tanto que Mileva tiene que aceptar huéspedes. En 1910, la universidad de Zúrich, que teme verle partir, concede 1000 francos más a Einstein.

Asume con buen humo una carga docente bastante pesada, con siete horas de clase que abarcan dominios muy extensos de la física teórica: mecánica, termodinámica, electricidad y magnetismo, mas los trabajos prácticos; sus relaciones con Kleiner, director de la sección, son excelentes.

Según Tanner, su descuido en el  vestir al principio desconcertaba a sus oyentes, pero estos apreciaban enseguida su estilo pedagógico, pues al hablar daba la impresión de descubrir lo que iba exponiendo, asociándoles a su descubrimiento (sus notas cabían en un trozo de papel del tamaño de una tarjeta de visita). Las clases se prolongaban a veces con discusiones en el café de al lado. Comentando así un trabajo de Planck a sus alumnos, cierto día les llevo a descubrir en el un error y la causa de este error. La contrapartida de este tratamiento directo, inventiva, del tema sin duda cálido para los alumnos, era lo  que, para Frank, marcaba los límites del profesor Einstein, no podía mantener por largo tiempo el nivel de un curso prolongado sobre el mismo tema, mientras que sus conferencias en los congresos o seminarios deslumbraban al auditorio.

Perseguía con resolución sus investigaciones en las dos direcciones iniciadas (cuantos y relatividad), lo que en modo alguno le aislaba de los medios intelectuales de Zúrich, en los que hizo numerosos amigos, como el doctor Zangger, profesor de medicina legal, con quien treinta años más tarde seguía carteándose, el historiador Alfred Stern, el matemático Adolfo Hurwitz que fuera profesor suyo en la ETH, a cuya casa acudía acompañado de su familia para participar en sesiones de música de cámara. Por mediación de su ayudante, Ludwing Hopf, Einstein fue invitado en repetidas ocasiones por Carl Gustav Jung, en cuya casa conoció a otros psicoanalistas, entre ellos Bleuler.

Su mejor amigo era entonces el fiel Marcel Grosmann, profesor de geometría en la universidad de ETH desde 1907, con quien trabajaba en la generalización de la teoría de la relatividad, pues Grossmann le había convencido de que la formulación matemática apropiada para las ideas que intentaba expresar y poner en practica para dicha generalización debían buscarla en la geometría riemanniana.

Su reputación internacional no dejaba de aumentar. Un físico de categoría. Walther Nernst, que trabajaba en Berlín sobre fenómenos a bajas temperaturas y que estaba interesado por su trabajo en 1906 sobre los calores específicos, vino a verle a Zúrich, y esta visita aumento todavía más su prestigio.

La presencia de Einstein en la universidad de Zurich duro poco; a finales de 1910 quedo vacante la cátedra de física-teórica de la universidad alemana de Praga. El nombramiento de su titular dependía en gran medida de la elección del físico Anton Lampa, de tendencias modernistas y gran admirador de mach, que había sido su maestro, veía a Einstein en un  autentico representante de esta filosofía. Pero tenia, sin embargo, otro candidato, Jaumann, tambien machiano, cuya reputación científica era menor, la instancia competente propuso al ministro de educación de los dos nombres con Jaumann en segundo lugar y,  curiosamente, el nombramiento de Einstein en Praga repitió, con una variante, las circunstancias de su nombramiento en Zúrich: el ministro prefirió Jaumann a Einstein, que era extranjero, pero Jaumann, ofendido por no haber quedado clasificado más que de segundo, renuncio sin tener, no obstante, la elegancia de Adler en Zurich para reconocer la superioridad científica de su rival y acusando, por el contrario, a la universidad de “correr en pos de la modernidad”.

Einstein se instalo en Praga, Mileva invita, en la primavera de 1911; allí la atmósfera era muy distinta a la de Zúrich debido principalmente a las tensiones entre checos y alemanes; Einstein era muy sensible a esta cuestión, porque, en realidad, no se sentía alemán mas que por su lengua materna, y no veía razón alguna para las reticencias de los checos hacia él.

Philipp Frank, que sucedió a Einstein en Praga, dibuja un cuadro muy interesante no solo de la vida de su predecesor durante este periodo (con la inevitables anécdotas sobre su frescura, sus olvidos y su negligencia en la vestimenta), sino también sobre el ambiente intelectual de la ciudad en la época.

En particular, cuenta que los judíos formaban un grupo aparte que entablaba complejas relaciones por un lado con los alemanes y por otro con los checos: cercanos a los primeros por la lengua y cultura, pero reticentes al creciente nacionalismo germánico, se sentían también seducidos por sionismo. Einstein se introdujo en este ambiente gracias a su violín, que le abrió las puertas de las sesiones de música de cámara en casa de la Sra. Berta Fanta, donde conoció a Franz Kafka, Max Brod y al propio Frank. Max Brod escribía una novela sobre la revolución copernicana, La redención de Tycho Brahé, y tomo a Einstein como modelo de Kepler, un modelo que los lectores de la novela, particular Nernst, reconocieron perfectamente. Einstein también entablo amistad con el matemático Georg Pick, violinista como el, y con Hugo Bergmann, bibliotecario de la universidad y sionista convencido, los contactos de Einstein con este ambiente pragues no consiguieron ganarle para esta causa, pero es probable que contribuyera n a hacerle tomar conciencia de la importancia circunstancial, aunque a veces sospechara que el origen de las reticencias ante el de ciertas universidades Suizas era un cierto antisemitismo.

Por otra parte, nada mas llegar a Praga, un incidente administrativo le había hecho pensaren ello: en el documento oficial a rellenar para su nombramiento se solicitaba la confesión religiosa; él había respondido “sin pertenecer a ninguna confesión” el funcionario competente le devolvió el documento por ser inaceptable, y a su pesar Einstein tuvo que admitir la rectificación, que indicaba: “religión mosaica”, según la expresión al uso en el imperio.

En Praga, Einstein recibió la visita de Paul Ehrenfest, a quien conocía de Berna con desde entonces entablo unas estrechas relaciones profesionales, de amistad y musicales. Casado con una rusa, Ehrenfest volvía a San Petersburgo, donde no había podido conseguir un puesto de profesor por ser judío, ensenaba entonces en la ciudad natal, Viena, en la cátedra de Boltzmann; Lorentz le llamo a Leyden, donde Einstein le fue a ver con frecuencia, y donde permaneció hasta su suicidio en 1933.

Fue durante el breve periodo que paso enseñando en la universidad de Praga cuando Einstein consiguió la consagración definitiva de su reputación  científica internacional, tras su intervención sobre la hipótesis de los cuantos en el congreso Solvay de 1911. Ernest Solvay, un ingeniero belga que había creado una próspera empresa aplicando un nuevo procedimiento de fabricación de sosa, puso su fortuna al servicio de la física, cuyos progresos le apasionaban; a sus expensas; hizo venir a Bruselas en 1911 a los físicos mas notorios del mundo entero para discutir los problemas de investigación del momento. Para Einstein, encargado de una  ponencia sobre la teoría de los cuantos, fue la oportunidad para hacerse conocer y estimar mas allá del circulo de sabios de lengua alemana, entre quienes su celebridad ya era grande, como prueba la evolución que tuvo su carrera desde 1909. Se hizo oír no solamente por Planck y Lorentz, que ya le conocían bien (Lorentz le había invitado incluso a su casa en Leyden, con su mujer, en Enero de 1911), sino también por Poincaré, Marie Curie, Rutherford. Jean Perrin y Langevin, que como ya dijimos, era un adepto de la teoría de la relatividad desde su creación y que contribuía a su difusión no solo a través de sus lecciones de física, sino también entre los filósofos.

Por otro lado, las investigaciones emprendidas por Einstein sobre el número de Avogadro le habían puesto en contacto con Jean Perrin: así pues, desde entonces su notoriedad estaba bien asentada en Francia.

Mientras tanto, los amigos de Einstein en Zúrich no se resignaban a su ausencia; desde el otoño de 1911, Grossmann intentaba, de acuerdo con el interesado y con ayuda del influyente doctor Zangger, hacerle volver a la ETH, donde la partida de Minkowsky había creado una seria deficiencia en la sección destinada a la formación de los enseñantes. Para apoyar la candidatura ante las autoridades federales, Pierre Weiss, un profesor de origen alsaciano que había sucedido a Weber, pidió a Marie Curie y a Poincaré, que acababan de reunirse con Einstein en Bruselas, que expresaran su opinión: los dos informes son muy elogiosos, el de Poincaré es particularmente interesante, pues insiste en la originalidad del pensador sin pronunciarse sobre el alcance de sus investigaciones. (El propio Einstein ya había advertido, por su parte, las reticencias de Poincaré hacia la teoría de la relatividad). Por el contrario, en el informe enviado por Planck, a quien también le había sido solicitado, lo que queda patente mas el valor excepcional de la teoría de la relatividad que el de su inventor.

Así pues, el nombramiento de Einstein como profesor en la ETH, se produce sin dificultad alguna y esta vez sin oponente.

Vuelve a instalarse en Zurich en el mes de Agosto en 1912, y en otoño vuelve a encontrase, esta vez como colegas, con dos de sus antiguos condiscípulos, Marcel Grossmann y Louis Kollros; ahora se halla inmerso en la empresa mas grandiosa de toda su carrera como investigador: la elaboración de una nueva teoría de la gravitación acorde con el principio de relatividad.

Son las primicias de esta obra en gestación lo que expone en Viena, en Noviembre de 1911, en el congreso anual de naturalistas y médicos alemanes; este viaje le permite encontrar a Ernest Mach, a quien profesa una gran admiración ya quien a encontrado algunas de las ideas que inspiran su nueva teoría, pero el recibimiento que le hace no exactamente como esperaba.

El viaje a Viena ha sido precedido de unas vacaciones en Engadino con su hijo mayor, Mme. Curie y sus dos hijas, al final de las cuales pasaron por Schiers, donde ahora ensena el “académico” Conrad Habicht.

Con motivo de la invitación de Marie Curie, quien le recibe junto a Mileva en su casa de Paris, al final de Marzo de 1913, emprende su primer viaje a Francia; da una conferencia en la sociedad francesa de física sobre el efecto fotoeléctrico y visita a Perrin en su laboratorio de la Sorbona; pero aparentemente no hace ninguna comunicación publica sobre la relatividad, que es y seguirá siendo todavía por largo tiempo en Francia, un dominio reservado para Langevin y su entorno.

 Su estancia en Zúrich toca entonces a su fin; en efecto, Einstein tiene amigos en Berlín, menos íntimos pero mas poderosos que los zuriqueses, en especial Planck y Nernst, que encuentran una oportunidad excelente para llamar a la capital dl nuevo imperio al pequeño tránsfuga suabo: Guillermo II había suscitado la creación por parte de algunos  grandes empresarios del comercio y de la industria, de la Kaiser Wilhelm Gesellschaft destinada a financiar la investigación científica y técnica. Dentro del plan se contemplaba ;la creación de un instituto de física; su dirección podía serle confiada a Einstein, pero eso todavía no era mas que un proyecto, que no seria llevado a cabo hasta 1917, y solo representaba una parte de las propuestas de los berlineses.

En efecto, lo que Planck y Nernst vinieron personalmente a ofrecer a Einstein en Zúrich era mucho más: a parte de la dirección del futuro instituto, un escaño en la Academis de Ciencias de Prusia y un puesto de profesor en la universidad de Berlín, sin ninguna obligación docente, todo ello en condiciones financieras muy ventajosas. Era algo irresistible; Einstein acepto y fue elegido por la Academia en Julio de 1913, con veintiún votos contra uno. Al terminar la cena de despedida de ETH, Einstein le dijo a Kollros algo muy típico: “los alemanes cuentan conmigo como una gallina premiada, pero ni siquiera yo mismo se si todavía soy capaz de poner huevos”.

A finales de Marzo de 1914, Einstein se instala en Berlín; se abre entonces el periodo más dramático de su vida, que durara veinte años.

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